- 1 kilo de pimientos verdes
- 1 kilo de tomates maduros
- 1 vaso de aceite de oliva virgen extra
- 1 cebolla (opcional)
- 1 diente de ajo
- Sal
- Azúcar
Elaboración
Escaldamos los tomates, y una vez que estén fríos retiramos
la piel, troceamos y reservamos.
Lavamos y limpiamos y cortamos los pimientos en brunoise
(cuadraditos). Reservamos.
Picamos la cebolla finamente como los pimientos. Reservamos.
Ponemos en una sartén el aceite a fuego medio y freímos los
pimientos y la cebolla.
Añadimos la sal y vamos dando vueltas, teniendo cuidado
de que no se pegue a la sartén y se queme.
Cuando esté bien frito los anterior, añadimos los tomates y
se mezclan bien con los pimientos machacando con la cuchara de madera poco a
poco. (la versión rápida es triturar el tomate previamente).
Cuando empiece a hervir el tomate, bajamos el fuego y freímos
a fuego lento, removiendo con frecuencia y a la vez machacamos la fritura.
Rectificamos de sal y añadimos un poco azúcar para eliminar
la acidez que nos pueda dar el tomate. Cuando
el tomate empiece a tomar un color oscuro tenemos preparado nuestro
pisto manchego.
Muy importante: un buen pisto sale cuando freímos, y no
cocemos, por lo que es necesario usar un buen aceite en cantidad generosa.
Para los puristas el pisto manchego no lleva cebolla.
Acompañado por unos huevos fritos y pan de pueblo, exquisita degustación.
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